¡Por fín! Por primera vez en 4 años, México es campeón de la Concacaf Nations League. Lo hizo venciendo a Panamá con un Raúl Jiménez intratable y, dicho sea de paso, con un penal de último minuto. ¡Felicidades! Pero…. ¿Y ahora qué?
Para mí (y espero que para muchos más también), esta Final Four sirvió perfectamente para comprender la realidad del “tri”: la Selección Mexicana ya no domina ni en la Concacaf. Si, se ganaron ambos partidos, pero ¿alguien está realmente conforme con el nivel mostrado por el equipo? Antes, vencer con claridad a Canadá y Panamá era considerado normal. Ahora, estos combinados, que históricamente han sido considerados “inferiores” en lo deportivo, están alcanzando un nivel similar al de México; ese mismo México que, en un pasado que ya parece lejano, fue considerado el “Gigante de Concacaf”.
¿Y ahora qué?
Una vez dejado claro esto, toca volver a la pregunta inicial: ¿Y ahora qué? ¿Eso es todo? ¿En serio hay gente que piensa que, por ganar la Nations League, México ya cambió y podrá competir en el Mundial? Como aficionados a esta selección, se le debe de exigir mucho más. En ningún momento se puede aplaudir que lograran ganar la primera Nations League de su historia después de que Estados Unidos ganó las primeras 3. Ganar un torneo como estos debe ser una OBLIGACIÓN para el “Tri”; si seguimos alabando a la mediocridad, el conformismo de este equipo seguirá creciendo más y más.
¿México ganará algo más?
Ahora, estamos celebrando que el proyecto de Javier Aguirre y Rafa Márquez se está consolidando a falta de poco tiempo para la Copa del Mundo. Pero, realmente, a tres años de lo ocurrido en Qatar, ¿ha habido algún cambio significativo? ¿Hay un estilo definido que nos haga soñar con una buena actuación en el Mundial? La respuesta para ambas preguntas es simple: no.
Deseo con todas mis ansias que me callen la boca en el Mundial, pero a lo que estoy viendo, el simple hecho de pasar de fase de grupos será un logro para el país.
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